lunes, 20 de junio de 2011

Premonición

En cuánto los vi supe lo que iba a suceder y como me iba a sentir. Resulta algo raro cuando somos consciente de repente de algo que siempre ha estado ahí. La muerte es algo que siempre ha estado ahí pero pocas veces somos conscientes de ella. Las cosas tan obvias muchas veces las damos por descontado.

Estabamos cenando, lo recuerdo. Yo siempre me sentaba en la punta, en frente de mi abuelo. A los lados se sentaban mis dos abuelas. La luz del comedor era blanca y por lo tanto, nóstalgica. Recuerdo que el mantel de la mesa lo había traido mi papá en su última visita, era de un material duro como el plástico y tenía unas flores bastantes feas.
Los vi, mis tres abuelos cenando aquella comida casera, en aquel mantel deprimente, vi mi plato y en un destello de lucidez supe que iban a morir algún día y que no serían más, parte de mi realidad. Eso me lleno de infinita tristeza y comencé a llorar con tal sufrimiento que tuve que irme al baño para que no se dieran cuenta del estado de angustia en el que me encontraba.
La premonición se cumplió, pero solo una parte de ella pues hoy en día aún forman parte de mi realidad y de mi forma de ver la vida.
Los extraño mucho: Teté, Kika, Pinto y Abuela Aida.

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